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Pandora (II) y el nuevo paradigma de Ciberseguridad

En el artículo previo, he mencionado brevemente la nueva necesidad de protección social en el ciberespacio. Ahora, hablaremos de la protección personal en este nuevo entorno tecnológico.

La seguridad del ciberespacio es nuestra nueva ánfora de Pandora  de la que  emana toda una vorágine  de males; sin que seamos conscientes de los mismos o capaces de detenerlos. Al igual que la liberación de los males obligó a los mortales a adaptarse; el cada vez más amplio uso de Internet y las comunicaciones nos sumerge en un emergente, desconocido y cambiante entorno global de comunicación social, dónde ya no gozamos del primigenio e idílico estar en la inopia ni dela seguridad ni protección que proporciona la agregación social, la cual cómo sabemos se encuentra inmersa en su propio camino de evolución.

La aproximación creciente de nuestra realidad y nuestro mundo cibernético hace que cada vez más  dispositivos y aplicativos software se yuxtapongan sobre la piel para mimetizarse e integrarse con nuestras extremidades y voluntad. Lamentablemente, la seguridad tecnológica y social de esta interacción no parece estar razonablemente resuelta. Una seguridad que se está desplazando hacia el terreno de la ciberseguridad y el ciberactivismo dónde se debería contar, por tanto, con una estrategia de seguridad conjunta, personal y social.

Ya sabemos que la tarea que corresponde al Estado, como viene siendo habitual, será lenta y largamente discutida; por lo que la necesidad de protección inmediata, la necesidad de confianza, hará que necesitemos de soluciones técnicas más ágiles y capaces que respondan como "queremos" y sin sorpresas a este acercamiento de la realidad física y la realidad cibernética. Este será el caso por ejemplo de la ciberseguridad, la privacidad y la protección de las infraestructuras críticas. Se necesita un nuevo paradigma de seguridad en el que se consideren no solo los aspectos sociales sino también los personales; un paradigma dónde la defensa de la justicia no permita mucha letra pequeña ni grandes espacios grises y defina un entorno fiable en el que cada ciudadano pueda estar lo suficientemente seguro, a pesar de sus recursos y su desconocimiento legal o técnico. 

Es pues, previsible, que los desafíos de la red no tardarán en trasladarse al mundo físico y viceversa. Cada día somos más conscientes de las necesidades de esta realidad: ¿quién borrará mi nombre de los buscadores?, ¿quién verificará los datos y las palabras de blogs y noticias?, ¿quién verificará que mi dispositivo realmente  comunica, actúa y vela por mí y no por otros intereses? Al igual que en el mundo físico, nos deberemos plantear la vieja pregunta ¿Quid custodiet ipsos custodiet?  -¿Quién guarda al guardián?-  y tendremos que crear, inventar e innovar para encontrar alguna respuesta.

Desde el punto de vista tecnológico necesitaremos un nuevo paradigma de seguridad que defienda nuestra identidad y nuestros intereses a la vez que coopere en sociedad: el nuevo software deberá  ser algo más inteligente y adaptativo que el actual. En el mundo real, la seguridad de nuestra esfera personal depende en gran parte de la implementación que del acervo genético haga nuestro sistema inmunitario. Sería razonable pensar que en este nuevo entorno cibernético, una forma de protección del entorno personal podría provenir desde la innovación y la aplicación de los paradigmas biológicos a la tecnología; para luchar y lograr la confianza  a través de la complejidad tecnológica.

Cabría pensar que mientras la red consolida alguna forma de "estado social", debería ser nuestra inmunidad natural la que vele por nuestra supervivencia y ejerza un rol preponderante en el nuevo entorno. Para ello, el actual paradigma reactivo de seguridad deberá evolucionar a otro más adaptable, que de forma más personal, vele por nuestra seguridad cibernética y como avatar socializado asegure y proteja nuestra propia realidad y la de nuestro entorno. Creo que la aplicación de los conceptos biológicos al entorno computacional, en especial de los conceptos de la inteligencia artificial y del sistema inmunitario formaran la piedra angular de esta nueva generación de dispositivos y software de seguridad que nos ayudará a sobrevivir y desarrollarnos en este nuevo medio; sobre todo, nos debería transmitir la confianza de estar (casi) siempre de nuestro lado.

Gracias a Pandora no hemos perdido aún la esperanza, estamos en los albores de una nueva era y como en todos los inicios, el control y la regulación necesaria empiezan por la propia toma de conciencia de los afectados. Toma de conciencia que requerirá mayor responsabilidad por las partes interesadas y nos planteará un cambio de paradigma, que trasladado a la Red y a nuestra vida nos presionará como cuando Pandora abrió la puerta a la competencia evolutiva con los males. Para ello,  una base fundamentada en la biología computacional y social, facilitaría lograr la confianza en la maraña tecnológica que se avecina y evitaría que se invierta el control y sean los bits quienes gobiernen nuestro mundo y no los genes..., aunque a veces me pregunto dónde está la diferencia.