Divide y vencerás. La frase de Julio César viene de antiguo como la forma más eficaz de enfrentarse a situaciones y entornos complejos. Sin embargo, cuando tratamos con la seguridad deberíamos hacerlo desde una perspectiva holística dónde el todo es más que la suma de las partes. Por ello, no debemos perder de vista que el objetivo último de implementar los adecuados controles de seguridad, sea de la Seguridad de la Información o cualquier otro sabor de seguridad, no es más que mantener la organización en buen funcionamiento para luchar un día más.

Vivimos inmersos en la sociedad de la información y la interconexión. Necesitamos información de calidad con las características de seguridad que nos aporten confianza en la toma de decisiones. Esto es cierto para todas las áreas de la sociedad: educación, economía, industria y especialmente para el área de tecnologías de la Información (IT).

Este mes de abril se ha publicado un breve artículo titulado “Online Identity Management” en la revista ISOFocus, editada por ISO (International Organization for Standardization).

En el artículo previo, he mencionado brevemente la nueva necesidad de protección social en el ciberespacio. Ahora, hablaremos de la protección personal en este nuevo entorno tecnológico.

Pandora fue esposa de Epimeteo, hermano de Prometeo que, cómo recordaréis, ya había tenido sus más y sus menos con los dioses. Prometeo advirtió a su hermano que no aceptara ningún regalo de Zeus, de lo contrario sobrevendría una gran desgracia a los mortales. Ignorando el aviso, Epimeteo recibió como regalo una ánfora que despertó la curiosidad en los ojos de Pandora; el resto..., es leyenda.

Cuenta la leyenda que  Casandra, hija de Hécuba y Príamo, reyes de Troya recibió de Apolo el don de la profecía, pero fue privada de la capacidad de la persuasión. Por ello, fueron infructuosos los avisos a sus conciudadanos de la  tragedia que se cernía sobre su ciudad. Desde entonces el «síndrome de Casandra» es una metáfora usada para describir a quien cree que puede ver el futuro, pero no puede hacer nada por evitarlo.

Según la mitología griega, Sísifo, rey de Éfira, la actual Corinto, engañó a la muerte y escapó astutamente del Hades. Ello le valió la ira de los dioses  y el castigo en el infierno; dónde fue obligado a empujar  una gran roca hasta la cima de una montaña,  que continuamente una vez arriba, se deslizaba hacia abajo y vuelta a empezar. Y así, eternamente.

Platón cuenta en su diálogo Protágoras la génesis del mundo, en la que los dioses encargaron al Titán  Prometeo, y su hermano Epimeteo, que concediesen a las especies mortales los dones que las permitirían vivir en el recién creado mundo.