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España ante la innovación

La vieja Europa elabora anualmente una serie de indicadores que permiten visualizar la posición innovadora de sus estados miembros y compararla con los países más desarrollados, EEUU y Japón; y con las potencias emergentes Brasil, Rusia, India y China (BRIC). Este cuadro de mando, Innovation Union Scoreboard (IUS), utiliza 25 indicadores relacionados con la investigación y la innovación que agregados crean un indicador sintético de innovación.

Este marcador sintético del IUS 2010, publicado recientemente, sitúa a España en la parte baja de la tabla (puesto 18), por debajo de la media EU-27, y muy lejos de la posición que por PIB o por producción científica nos corresponde. El informe clasifica los países en cuatro grupos según la situación de la innovación (líderes, seguidores, moderados y modestos innovadores). España se ubica en el grupo de innovadores moderados junto con República Checa, Grecia, Hungría, Italia, Malta, Polonia, Portugal y Eslovaquia.

Lo que hacemos bien en comparación con la media europea está relacionado con el sistema de investigación, gracias en gran medida a las innumerables publicaciones en revistas científicas internacionales que realizan nuestros investigadores. No en vano España es la novena potencia mundial y la quinta potencia europea en producción científica, generando el 3,44% de la producción científica mundial y un 9,78% de la de Europa Occidental.

Otros indicadores como las exportaciones de productos de alta y media tecnología y las ventas de innovaciones para la empresa y para el mercado también están por encima de la media, lo que contrasta con un extraordinario déficit en ingresos por patentes y licencias en el exterior. Atributos tan diversos como las marcas registradas comunitarias y la población entre 30 y 34 años con estudios terciarios también se sitúan por encima de la media europea.

Lo que deberíamos mejorar tiene que ver con los elementos básicos para innovar (indicadores de recursos humanos, financiación y apoyo, y sistemas de investigación abiertos, excelentes y atractivos) y con la actividad de las empresas (indicadores sobre inversiones en innovación, vínculos y emprendimiento, y activos intelectuales).

La foto fija de España es deslucida. La política española de innovación enmarcada desde 2010  en la Estrategia Estatal de Innovación (e2i) está invirtiendo muchos recursos en innovación a través de convocatorias y convenios que esperamos nos permita mirar al futuro con optimismo en términos innovadores.

Indra por su parte tiene un compromiso decidido con la innovación, lo que le hace participar activamente de las actuaciones definidas en la Estrategia Estatal de Innovación. No en vano, tiene una alta participación en las convocatorias CENIT y, según el European Industrial Research & Development Investment Scoreboard, ocupa el segundo puesto entre las empresas españolas que más invierte en I+D.