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Gestión de la comercialización del I+D+i y el enfoque empresarial desde la perspectiva de la industria de defensa

 

Frecuentemente se comete el error, al tratar del tema del I+D+i, de enfocarlo de manera exclusiva en su vertiente tecnológica y de investigación haciendo que ésta constituya un fin en sí misma. Sin embargo, existe un plano, frecuentemente excluido del debate, que inscribe el I+D+i en un contexto finalista, es decir, como una vía de obtención de productos y capacidades orientados a la obtención subsecuente de ventajas competitivas para las empresas o instituciones que esponsorizan dicho esfuerzo, cualquiera que sea su rama de actividad, y esta esta exclusión es frecuente, aún cuando su contribución actúa de auténtico motor del I+D+i.

Lo entenderemos mejor si llevamos la reflexión anterior al límite; a aquellos casos en los que el impulso industrial no sólo se excluye del debate sino que se le asignan connotaciones negativas obviando la realidad. Tal es el caso de, por ejemplo, las enormes inversiones en investigación en los segmentos de la medicina y la industria del medicamento, donde las lógicas expectativas de amortización de lo invertido, frecuentemente son tratadas en un contexto de argumentos que tocan de lleno con las fronteras que marca la ética de la comunicación.

Sin embargo, un debate en el que el tema de las inversiones y esfuerzos en I+D+i se limite exclusivamente al plano tecnológico y científico, y excluya el plano de la comercialización y el enfoque empresarial de los resultados, resulta extremadamente limitada y propia de sistemas que, a la larga, están condenados a autoexcluirse del ámbito de la excelencia. El punto óptimo ha de buscarse en el equilibrio entre los objetivos de avance científico y tecnológico y los necesarios objetivos relacionados con la amortización de inversiones y esfuerzos desde una perspectiva empresarial.

Desde esta perspectiva empresarial, son siempre los mercados los que mueven el timón de la empresa que, para satisfacer las necesidades de los clientes, desarrolla productos y servicios que a su vez se apoyan en tecnología. Es esta la cadena, y no puede ser de otra forma, si estamos hablando de una empresa de las denominadas de “ciclo completo”. En ellas, la I+D+i tiene que ser forzosamente finalista, ya que son los productos los que satisfacen la necesidad, y la tecnología sólo una herramienta para conseguir que los productos sean mejores, superen a la competencia y cumplan su misión de proporcionar ingresos sin los que la empresa no puede vivir.

Son excepcionales los casos en los que una empresa proporciona tecnología al resto del sistema productivo, ya que el propio hecho de exportar conocimientos a terceros implica la generación de competidores a medio plazo o la potenciación de los ya existentes. La innovación en una empresa está al servicio de los productos de la misma, y éstos al servicio de los clientes.

A pesar de las particularidades que el mercado de Defensa y Seguridad tienen, que no son pocas ni despreciables, el esquema es absolutamente el mismo, sólo incluye las adaptaciones necesarias para poder servir a un mercado que, en la mayoría de los productos y servicios, es un oligopolio bilateral: unos pocos oferentes y unos pocos demandantes…..y el principal demandante es siempre el Ministerio de Defensa propio. Se deduce, por tanto, que la competitividad de las compañías de Defensa emana de una política de I+D+i ambiciosa y bien enfocada, un marcado carácter finalista de dicha política, y un cliente nacional avanzado y exigente. ¿Cumple el escenario de la industria española estas premisas? En la reflexión serena sobre esta pregunta encontraremos las claves para una constructiva autocrítica para todos los actores del Sistema ...a todos los niveles.

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