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Justin Bieber, Smart Water y Ciberseguridad

PorMaurizio De Stefano- 02 / 03 / 2018

Justin Bieber tiene tan solo apena 23 años, y  durante su corta vida, "la humanidad ha quemado el 41% de todos los combustibles fósiles que ha consumido en su historia”. Con ese dato tan demoledor no hay dudas que resulta necesario actuar contra el cambio climático e intentar mitigar sus efectos antes del 2050.

Los efectos del Cambio climático, aumento demográfico, la concentración de la población en las ciudades, más requerimientos de agua para la alimentación debido a los cambios en los hábitos alimenticios, inundaciones, sequías, tormentas y otros desastres naturales relacionados con el clima son un cóctel explosivo que afectará nuestras vidas y la disponibilidad de los recursos naturales entre los cuales los hídricos.

El último informe sobre perspectivas de Población Mundial elaborado por las Naciones Unidas considera "casi inevitable" que el número de habitantes del planeta siga creciendo.

Según el cálculo, la población mundial pasará de los 7.300 millones actuales a los 8.500 millones el 2030 y a los 9.700 en el 2050, y el continente africano será el responsable de más de la mitad de ese crecimiento, llegando a representar en el 2050 el 25% del total de la población.

El crecimiento sigue siendo "especialmente alto" en el grupo de 48 países designados por la ONU como los menos desarrollados del mundo, de los que 27 están en África. La población de esas naciones más pobres se duplicará en los próximos 15 años y se doblará otra vez en el 2050, llegando a representar hasta cerca de 2.000 millones de personas. Y cuando la vista se fija en el año 2100, habrá 10 países africanos que habrán cuanto menos quintuplicado el número de habitantes.

World population projections

A este incremento de la población se sumará una mayor concentración de la población en las ciudades se prevé que mas de 6.300 millones de personas vivirán en las ciudades en el año 2050.

EL  DESAFÍO DEL AGUA  

Esto significa generar suficiente comida para una población en aumento que en 2050 superará los 9.000 millones de personas, un desafío en términos de agua dado que la producción de alimentos actualmente consume el 70% de los recursos hídricos utilizados en el mundo, por ejemplo, para producir un simple huevo se requieren más de 450 litros de agua, si sumamos todos los procesos hasta que llega a nuestra mesa.

Si a esto unimos sequías e inundaciones cada vez más frecuentes y un proceso de desertificación en aumento —a un ritmo de 12 millones de hectáreas al año—, ¿cómo afrontaremos los desafíos del agua en los próximos 15 años?

Un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), proyecta que la demanda mundial de agua aumentará en un 55% entre 2000 y 2050. Para entonces, calcula el informe de Environmental Outlook 2050, más del 40% de la población mundial puede estar en condiciones de escasez.

Aún así, según el Banco Mundial, perdemos unos 50 mil millones de metros cúbicos de agua al año por fugas y reventones de la red de suministro de agua potable.

Todos los días en América, se rompen 650 tuberías principales de agua, o una cada dos minutos. De acuerdo con el Servicio Geológico de los E.E. U. U., Estas roturas y otras filtraciones resultan en la pérdida de aproximadamente 1.7 billones de galones de agua cada año, suficiente para suministrar agua a 68 millones de estadounidenses.

LA TECNOLOGÍA COMO NUEVO MOTOR DE LA EFICIENCIA

Durante mucho tiempo, en el ámbito del desarrollo, la solución a los problemas de abastecimiento de agua ha estado polarizada exclusivamente en la construcción de infraestructura. La orientación hacia aumentar el número de personas con cobertura de agua y saneamiento intensificó la atención en la construcción de acueductos, canales, pozos y demás sistemas mejorados de agua limpia, movilizando miles de millones de dólares desde la ayuda bilateral, multilateral y los bancos de desarrollo en la última década. Esto ha tenido un efecto muy positivo en mejorar la situación mundial. Sin embargo, la experiencia también ha demostrado que las obras en sí mismas no son siempre la respuesta al problema.

En los últimos años la evolución de la tecnología está tomando un papel relevante en la gestión mas eficiente de este recurso tan precioso y escaso con la aparición de proyectos en este sentido.

Vivimos inmersos en un cambio tecnológico sin precedentes en la historia y el sector del agua no es ajeno en absoluto a su impacto. Conceptos como el Big Data, la Internet de las Cosas (IoT), la Realidad Aumentada están ya transformando el negocio tradicional y abriendo nuevos campos de negocio y especialización para las empresas y los profesionales.

LA SMART WATER

Las soluciones de gestión inteligente del agua (Smart Water), análogas y complementarias a las de gestión de la generación, distribución y consumo de energía (Smart Grid y Smart Metering), se pueden aplicar en múltiples ámbitos:

Estas soluciones Smart Water, nos permiten optimizar la gestión del recurso hídrico gracias a la utilización de componentes clave como Sensores, Comunicaciones,Plataforma IoT.

Dichas soluciones ayudan a las utilities de agua a ser más eficientes y tomar decisiones más informadas utilizando IoT, Inteligencia artificial, big data, soluciones de movilidad, etc.

El volumen de información es cada vez mayor y las entidades dedican cada vez más recursos para evitar los posibles riesgos y aprovechar las oportunidades que se están generando.

Ahora bien, nos surge una duda con la introducción siempre mayor de la tecnología en la gestión de un recurso tan crítico, ¿estamos seguros?

LA SMART WATER Y LA SEGURIDAD

Los episodios de ataques de los sistemas de agua se conocen en la historia desde el año 300 a.C., año en que se informa de envenenamiento con restos de animales de algunos pozos enemigos de parte del ejército griego. Las prácticas de intoxicación por agua también fueron comunes en el curso de las guerras napoleónicas y los episodios de la Segunda Guerra Mundial vieron el ejército los japoneses contaminan el agua y los alimentos con diferentes agentes biológicos como Bacillus anthracis, Vibrio cholera, Shigella spp., Salmonella spp. y Yersinia pestis. En la guerra de Vietnam, una acción de guerra típica involucró la contaminación de los sitios de suministro agua usando tallos de bambú infectados con agentes biológicos.

Las investigaciones que siguieron poco después del ataque del 11 de septiembre de 2001 y también pusieron de relieve la noticias de una posible segunda ola de terrorismo que habría causado envenenamiento agua potable, programada para el 22 de septiembre del mismo año.
Frente a este escenario, que induce una considerable conciencia de la opinión pública e
de los organismos responsables de la protección de la salud, es una opinión compartida que el riesgo real de formas generalizadas de terrorismo contra los sistemas de agua son razonablemente limitadas.
Si son ciertas las consideraciones anteriores, tenemos que tener en cuenta que el escenario está cambiando, la introducción de la tecnología IoT en los procesos de las utilities de agua hace que en futuro la mayor parte de las amenazas vendrán por ataque a los objetos instalados en la red.

Por lo tanto, hoy es esencial garantizar medidas adecuadas para prevenir y tratar el
riesgo de ataque criminal a los sistemas de agua, especialmente de aquellas organizaciones que tienen los conocimientos necesarios para superar las dificultades relacionadas con la implementación de este tipo de ataques.

El agua es recurso crítico y como derecho fundamental llega a todos los hogares, con lo cual si hubiera un incidente en este bien, se produciría una afección donde nos sentimos más seguros “en casa”, facilitando que se extienda de forma rápida la sensación de inseguridad en la población. Los principales efectos de un ataque contra las infraestructuras del agua pueden ser desde una parada del suministro de agua, una contaminación del recurso (más peligroso pero menos probable) y una afección a terceros por gestión inadecuada de inundaciones o vertidos de aguas residuales no tratadas en ecosistemas vulnerables.

Llegando incluso al extremo, se podrían plantear un atentado “virtual”, simulando la contaminación intencionada de un sistema y amenazando directamente a una ciudad. El efecto inmediato sería la paralización del consumo de agua en dicha ciudad, el suministro mediante camiones cuba durante una semana (eso siendo optimistas) y el foco de la prensa internacional con la consiguiente propaganda que buscan.

De esta forma habrían atacado al elemento más vulnerable de un sistema de abastecimiento de agua potable. ¿Se trata de las presas, las grandes conducciones, las plantas de tratamiento, los depósitos de cabecera…? No, el elemento más vulnerable de una red de abastecimiento es la confianza de la población en el sistema de suministro.

La confianza de la población es intangible y de enorme fragilidad, se puede perder rápidamente y cuesta mucho tiempo y esfuerzo recuperarla, tanto es así que, después de un evento de vulneración, puede quedar “maltrecha” de forma permanente para el futuro. Hagamos la siguiente reflexión: si un individuo simula una amenaza a mi ciudad, asegurando que ha vertido una determinada sustancia, ¿utilizaré el agua de la red para cocinar o para bañar a mis hijos? ¿Cuánto esfuerzo costará al gestor del sistema convencerme de que vuelva a hacerlo?

A pesar de la baja difusión de estas noticias, se conocen ataques terroristas sobre las infraestructuras hídricas desde Italia, Oriente Medio, China hasta EEUU. Lo que es más la US EPA (Environmental Protection Agency) y el Department of Homeland Security de EEUU colaborando para la construcción del Banco de Pruebas de Seguridad Hídrica.

Este incremento de la sensorización y el incremento exponencial de la información sobre la operación (OT) es una vulnerabilidad frente a posibles ataques malintencionados, terrorismo, vandalismo, hackers, etc.

Por todos esos riesgos tanto en la parte de IT como especialmente de OT en cada uno de los principales procesos del ciclo del agua deben afrontarse con criterios de ciberseguridad en ambos ámbitos.

Con los ataques directos, el objetivo es el acceso al dispositivo IoT y, por extensión, los sensores, las máquinas y el entorno a los que está conectado el dispositivo. Como tal, este tipo tiene el potencial de ser aún más perjudicial y destructivo. Los criminales, los terroristas y los gobiernos extranjeros maliciosos pueden usar dispositivos conectados para causar estragos o perjuicios, como piratear un sistema de seguridad para robar o secuestrar a alguien o retener a una ciudad tomando el control de su sistema hídrico. En teoría, esto debería crear más motivación para asegurar estos dispositivos; Sin embargo, con demasiada frecuencia se da una falta de recursos o atención, incluso para objetivos de alto valor, haciendo que los ataques cibernéticos sean todavía muy comunes.

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